A menudo me preguntan no sólo estudiantes de Clásicas, sino también otros amigos, a veces especialistas en otras materias, dónde es posible encontrar una exposición fidedigna de tal o cual aspecto de la filosofía platónica. Contestar a esta pregunta no resulta fácil, pues apunta hacia un método de exposición distinto del comúnmente adoptado, excepción hecha de aquellas monografías que sólo tratan de una parcela pequeña del pensamiento de Platón. Incluso de estas monografías existen realmente pocas disponibles en inglés. Aquellos que interpretan a Platón, ya de una forma general ya en detalle, suelen conducir al lector a través de cada uno de los diálogos, ocupándose de muchos o todos los temas a la vez. Es verdad, por supuesto, que un contacto estrecho y profundo con el genio de Platón puede lograrse únicamente a base de leer y releer sus diálogos, a ser posible, en orden cronológico, llevando a cabo un estudio laborioso de cada: uno de ellos. Para este tipo de estudio la obra de A. E. Taylor Plato, The Man and His Work no es recomendable sin ningún tipo de reservas, y no es que yo pretenda competir con un especialista a cuya obra publicada tanto debo y he debido durante muchos años. Pero incluso aquellos que tienen el tiempo y entusiasmo necesarios para leer a Platón como debe ser leído se dan perfecta cuenta de que necesitan a veces recurrir a otro método, que resulta imprescindible detenerse una y otra vez a fin de sintetizar las afirmaciones dispersas del gran filósofo respecto de las diversas materias para, a la vista de ellas, poder seguir el desarrollo de su pensamiento,
Ambos métodos, el estudio por obras y el estudio por temas, no se excluyen mutuamente; son, por el contrario, complementarios. El enfoque adoptado en este libro es tanto más necesario cuanto que Platón mismo nunca escribió ningún diálogo importante sobre un tema determinado, con la excepción quizá del Banquete; siempre parece continuar la discusión, lleve a donde lleve; su estilo imaginativo en la descripción y la espléndida naturalidad de la conversación en sus aspectos narrativos hacen difícil incluso a los familiarizados con su obra la captación de todos los hilos de oro de su pensamiento, que se entrecruzan ante. sus ojos deslumbrados. A una consulta acerca de las doctrinas éticas de Aristóteles resulta fácil contestar remitiendo al interesado a su Etica, a la Poética si la consulta se refiere al arte; en estas obras es posible al menos lograr una idea clara de la actitud aristotélica fundamental en relación con esta temática. Pero en el caso de Platón se hace necesaria siempre la referencia a diversos diálogos, e incluso en la mayoría de los casos la referencia debería extenderse a la totalidad de sus obras.
A menudo me preguntan no sólo estudiantes de Clásicas, sino también otros amigos, a veces especialistas en otras materias, dónde es posible encontrar una exposición fidedigna de tal o cual aspecto de la filosofía platónica. Contestar a esta pregunta no resulta fácil, pues apunta hacia un método de exposición distinto del comúnmente adoptado, excepción hecha de aquellas monografías que sólo tratan de una parcela pequeña del pensamiento de Platón. Incluso de estas monografías existen realmente pocas disponibles en inglés. Aquellos que interpretan a Platón, ya de una forma general ya en detalle, suelen conducir al lector a través de cada uno de los diálogos, ocupándose de muchos o todos los temas a la vez. Es verdad, por supuesto, que un contacto estrecho y profundo con el genio de Platón puede lograrse únicamente a base de leer y releer sus diálogos, a ser posible, en orden cronológico, llevando a cabo un estudio laborioso de cada: uno de ellos. Para este tipo de estudio la obra de A. E. Taylor Plato, The Man and His Work no es recomendable sin ningún tipo de reservas, y no es que yo pretenda competir con un especialista a cuya obra publicada tanto debo y he debido durante muchos años. Pero incluso aquellos que tienen el tiempo y entusiasmo necesarios para leer a Platón como debe ser leído se dan perfecta cuenta de que necesitan a veces recurrir a otro método, que resulta imprescindible detenerse una y otra vez a fin de sintetizar las afirmaciones dispersas del gran filósofo respecto de las diversas materias para, a la vista de ellas, poder seguir el desarrollo de su pensamiento,
Ambos métodos, el estudio por obras y el estudio por temas, no se excluyen mutuamente; son, por el contrario, complementarios. El enfoque adoptado en este libro es tanto más necesario cuanto que Platón mismo nunca escribió ningún diálogo importante sobre un tema determinado, con la excepción quizá del Banquete; siempre parece continuar la discusión, lleve a donde lleve; su estilo imaginativo en la descripción y la espléndida naturalidad de la conversación en sus aspectos narrativos hacen difícil incluso a los familiarizados con su obra la captación de todos los hilos de oro de su pensamiento, que se entrecruzan ante. sus ojos deslumbrados. A una consulta acerca de las doctrinas éticas de Aristóteles resulta fácil contestar remitiendo al interesado a su Etica, a la Poética si la consulta se refiere al arte; en estas obras es posible al menos lograr una idea clara de la actitud aristotélica fundamental en relación con esta temática. Pero en el caso de Platón se hace necesaria siempre la referencia a diversos diálogos, e incluso en la mayoría de los casos la referencia debería extenderse a la totalidad de sus obras.