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En la Biblioteca Ambrosiana de Milán se conserva una Biblia hebrea del siglo XIII que contiene preciosas miniaturas. Las dos últimas páginas del tercer códice están enteramente iluminadas con escenas de inspiración mística y mesiánica. La página 1351 ilustra la visión de Ezequiel, sin la representación del carro. En el centro están los siete cielos, la luna, el sol y las estrellas, y en los ángulos, descollando sobre un fondo azul, los cuatro animales escatológicos: el gallo, el águila, el buey y el león. La última página (1367) está dividida en dos mitades; en la superior, se representan los tres animales de los orígenes: el pájaro Ziz (en forma de un grifo alado), el buey Behemot y el gran pez Leviatán, sumergido en el mar y retorcido sobre sí mismo. La escena que nos interesa aquí de modo particular es la última en todo sentido, ya que concluye tanto el códice como la historia de la humanidad. Ella representa el banquete mesiánico de los justos en el último día. A la sombra de árboles paradisiacos y regocijados por la música de dos intérpretes, los justos, con la cabeza coronada, están sentados a una mesa preparada de manera suntuosa. Es completamente familiar a la tradición rabínica la idea de que los justos, los que durante toda su vida observaron las prescripciones de la Torá, banquetearán, en los días del Mesías, la carne de Leviatán y de Behemot, sin preocuparse por que su sacrificio haya sido o no kosher. Sorprende, sin embargo, un detalle que no hemos mencionado hasta ahora: debajo de las coronas, el miniaturista no ha representado a los justos con semblante humano, sino con una cabeza inconfundiblemente animal. No sólo hallamos de nuevo aquí, en las tres figuras de la derecha, el pico rapaz del águila, la roja cabeza del buey y la cabeza leonina de los animales escatológicos; también los otros dos justos de la imagen exhiben, uno, grotescos rasgos de asno y, el otro, un perfil de pantera. Y una cabeza animal les corresponde también a los dos músicos, en particular al de la derecha, más visible, que toca una especie de viola con un inspirado hocico de simio. ¿Por qué los representantes de la humanidad consumada están figurados con cabezas de animal? Los estudiosos que se ocuparon de la cuestión no han hallado hasta ahora una explicación convincente. Según Zofia Ameisenowa —que dedicó al tema una amplia investigación e intentó aplicar a materiales judíos los métodos de la escuela de Warburg—, habría que relacionar las imágenes de los justos con características animales con el tema gnóstico-astrológico de la representación de los decanos teriomorfos, a través de la doctrina gnóstica según la cual los cuerpos de los justos (o, mejor, de los espirituales), ascendiendo después de la muerte a través de los cielos, se transforman en estrellas y se identifican con las potencias que gobiernan cada cielo.

Lo Abierto - Agamben, Giorgio

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En la Biblioteca Ambrosiana de Milán se conserva una Biblia hebrea del siglo XIII que contiene preciosas miniaturas. Las dos últimas páginas del tercer códice están enteramente iluminadas con escenas de inspiración mística y mesiánica. La página 1351 ilustra la visión de Ezequiel, sin la representación del carro. En el centro están los siete cielos, la luna, el sol y las estrellas, y en los ángulos, descollando sobre un fondo azul, los cuatro animales escatológicos: el gallo, el águila, el buey y el león. La última página (1367) está dividida en dos mitades; en la superior, se representan los tres animales de los orígenes: el pájaro Ziz (en forma de un grifo alado), el buey Behemot y el gran pez Leviatán, sumergido en el mar y retorcido sobre sí mismo. La escena que nos interesa aquí de modo particular es la última en todo sentido, ya que concluye tanto el códice como la historia de la humanidad. Ella representa el banquete mesiánico de los justos en el último día. A la sombra de árboles paradisiacos y regocijados por la música de dos intérpretes, los justos, con la cabeza coronada, están sentados a una mesa preparada de manera suntuosa. Es completamente familiar a la tradición rabínica la idea de que los justos, los que durante toda su vida observaron las prescripciones de la Torá, banquetearán, en los días del Mesías, la carne de Leviatán y de Behemot, sin preocuparse por que su sacrificio haya sido o no kosher. Sorprende, sin embargo, un detalle que no hemos mencionado hasta ahora: debajo de las coronas, el miniaturista no ha representado a los justos con semblante humano, sino con una cabeza inconfundiblemente animal. No sólo hallamos de nuevo aquí, en las tres figuras de la derecha, el pico rapaz del águila, la roja cabeza del buey y la cabeza leonina de los animales escatológicos; también los otros dos justos de la imagen exhiben, uno, grotescos rasgos de asno y, el otro, un perfil de pantera. Y una cabeza animal les corresponde también a los dos músicos, en particular al de la derecha, más visible, que toca una especie de viola con un inspirado hocico de simio. ¿Por qué los representantes de la humanidad consumada están figurados con cabezas de animal? Los estudiosos que se ocuparon de la cuestión no han hallado hasta ahora una explicación convincente. Según Zofia Ameisenowa —que dedicó al tema una amplia investigación e intentó aplicar a materiales judíos los métodos de la escuela de Warburg—, habría que relacionar las imágenes de los justos con características animales con el tema gnóstico-astrológico de la representación de los decanos teriomorfos, a través de la doctrina gnóstica según la cual los cuerpos de los justos (o, mejor, de los espirituales), ascendiendo después de la muerte a través de los cielos, se transforman en estrellas y se identifican con las potencias que gobiernan cada cielo.

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